El pasado Septiembre, en las costas de Brasil, tuve una serie de encuentros con una ballena jorobada y su bebé recién nacido.
Tenía una cita con ellas y en nuestro primer encuentro la madre se mostraba muy cautelosa puesto que el ballenato apenas tenía un día completo de vida y ella se mostraba reticente a acercarse a nuestro barco que, aunque el capitán lo manejaba con maestría y sensibilidad con respecto a las ballenas, ella decía que el ruido del motor podía dañar al bebé. Me pidió que esperara un día más a la llegada de un grupo que se aproximaba para saludar al recién nacido, y eso hize.
Tenía una cita con ellas y en nuestro primer encuentro la madre se mostraba muy cautelosa puesto que el ballenato apenas tenía un día completo de vida y ella se mostraba reticente a acercarse a nuestro barco que, aunque el capitán lo manejaba con maestría y sensibilidad con respecto a las ballenas, ella decía que el ruido del motor podía dañar al bebé. Me pidió que esperara un día más a la llegada de un grupo que se aproximaba para saludar al recién nacido, y eso hize.
Cuando ballenas o delfines dan a luz un bebé, lanzan un llamado con la noticia para que todos aquellos que lo reciban y así lo deseen puedan acercarse y presentarse al bebé. Ellos saben que cuando un bebé es tocado por primera vez en alguna parte de su cuerpo la información y sabiduría de quien le acarició queda registrada en esa parte de su cuerpo desde entonces. Así, cuando uno de sus bebés nace quienes se sienten llamados acuden y le dejan así sus regalos, a través de caricias comparten su sabiduría y experiencia con él.
Lo que yo no sabía era que esto lo hacen también entre ballenas y delfines, sin importar la especie.
Cuando al segundo día nos encontramos el grupo que la ballena me había comentado estaba ya allí, y resultó ser de delfines, hasta entonces yo pensé que se trataría también de ballenas. Eran al menos una docena de delfines que jugaban cerca de la mamá y su bebé y, según a ballena me explicó, eran los delfines quienes a través de su manejo de las ondas energéticas protegían al bebé ballena del ruido de los motores, de modo que el segundo día el bebé ya podía acercarse mucho más a nuestro barco, incluso pasar por debajo de él y jugar con nosotros, lleno de alegría y vida como estaba.
El bebé ballena al que yo fuí a dar la bienvenida a este mundo, en los días en que nos encontramos recibió la visita de varios machos de su misma especie y el grupo de delfines, todos ellos venían a celebrar la nueva vida, o cómo ellos me lo explicaban, la nueva energía que había llegado iluminando aún más el planeta. Sentí que no lo decían tan solo por este bebé, que así viven ellos cada nacimiento en el planeta. Una nueva luz en el mundo, llena de dones y belleza que manifestar y compartir.
Sigo muy conectada a ese bebé ballena. Ya no es tan bebé, así me cuenta él y por lo visto comienza a adentrarse ahora ya en aguas algo más frescas tras un verano cálido y felíz.
Su mamá y él se integraron en un grupo y pronto estará viajando solo...aunque una ballena nunca está sola me comenta, vive consciente de que está unida a todo.
Precioso, gracias
ResponderEliminarlas ballenas tienen mucha razón... el nacimiento de un nuevo ser es algo maravilloso que llena de luz y energia... por lo menos asi lo siento yo!!! y cada vez que me gruzo con un bebe ( no importa la especie) una alegria inmesa mezclada con ternura y amor recorre todo mi cuerpo.
ResponderEliminarUna vez más, tu texto me llena de luz. Recoge tu premio en mi blog. Ehorabuena.
ResponderEliminarJo Marivi, que trabajo tan precioso el tuyo...yo aprendo mucho entre los caballos (euskal pottoka)....cuando miran y te dicen "tranquilo, acercate a mi ritmo", entonces voy con la mano extendida y ellos me reciben y se dejan tocar...a veces se dicen entre ellos que ya he llegado y me saludan....aprendo a estar
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